14 marzo 2018

Concurso Internacional de vivienda en Dudelange. Luxemburgo




La memoria de los lugares que reconocemos como hermosos, contienen espacios y edificios que es necesario conservar, pero esos mismos edificios nos dan la pauta para generar otros que los complementen. La memoria en este sentido, no pertenece estrictamente al pasado sino que se convierte en una espoleta del presente, en una activadora que bien leída anticipa el futuro.
La memoria no es un acontecimiento encapsulado sino una condición de proyección.
Los paisajes también son memoria. La naturaleza luxemburgesa es de una belleza insustituible y la urbanización debe acompañarla y no destruirla.
El emplazamiento del proyecto intermedia entre la memoria edificada y la naturaleza roturada, es vivienda y trabajo.
Por tanto el granero que ocupa el centro de nuestro territorio es la imagen construida de esa memoria y de ese trabajo, es la intermediación entre el pasado y la proyección al futuro.
El granero debe ser conservado y se debe convertir en el eje sustancial de la propuesta. Los graneros, en sentido genérico deben cuidarse puesto que son memorables, contienen memoria y lugar, destilan trabajo y nos identifican con la tierra original.
Tomada la decisión de salvaguardar el granero y dotarlo de otros usos, la propuesta que presentamos pretende ser simple y contundente. Dos edificios se localizan  en el perímetro de lo ya construido definiendo dos lugares con características bien distintas. La primera edificación define el límite de lo construido, define la calle des Prés y en su trasera se produce la transición con los antiguos campos de cultivo. La toponimia de la calle define el carácter de la edificación. En este aspecto los jardines comunales se caracterizan por una urbanización baja. Es más campo que jardín; más naturaleza intermediada que urbanización.
El segundo edificio pretende ser más urbano, dar frente a la plaza presidida por el granero. Define una geometría precisa y da cara a la ciudad más consolidada; junto con el granero define una plaza con actividad, sobre ella se volcarán las actividades públicas generadas por los edificios, la plaza es el centro de la vida comunitaria, es el corazón de la estructura urbana.
El granero necesita ser modificado en su antiguo uso. Se eliminan de su periferia las edificaciones que con dificultad pueden ser remozadas, las viviendas antiguas y escleróticas y las ampliaciones vulgares. Con esta primera limpieza, el edificio se convierte el protagonista activo, en presencia significante.
En él se incluyen, en planta baja una pequeña zona comercial, un paso interior y una zona de encuentro; un espacio de funciones superpuestas que permite reuniones y estancia, un lugar que protege y ayuda a disfrutar del sol, a leer o conversar.
Su planta alta se convierte en un lugar de posibilidades, puede ser un espacio de acogida, un baluarte de  solidaridad que contiene aseos y habitaciones, también una pequeña zona de estancia con acceso independiente… Puede, no obstante, convertirse en zona de actos o de actividades múltiples, la comunidad decidirá y la arquitectura se pone al servicio de esa decisión proponiendo posibilidades, asumiendo la sugerencia.
Las viviendas asumen también su condición de multiplicidad, no pretenden convertirse en un tipo que se repite indiscriminadamente, sino que aportan la diversidad necesaria en una sociedad que cambia a velocidades nunca vistas hasta ahora.
El sistema que se emplea para su construcción viene de taller y estructura unas viviendas que pueden crecer y decrecer, adaptarse y modificarse, en resumen ser en cada momento de su tiempo. Las zonas húmedas se concentran favoreciendo la instalación de los servicios pero también su mantenimiento. Esta operación aparentemente inocua hace que el resto de la vivienda pueda modificarse con decisión y sin problemas que lo impidan. Las viviendas, en este sentido, son unas máquinas preparadas para el cambio. Todas las viviendas debieran ser líquidas, adaptables; estas pretenden acercarse a este concepto que no sólo es constructivo sino social.
La construcción, como hemos indicado previamente, pretende ser prefabricada entendiendo la industria en taller como un activo sustancial en los tiempos y la economía de esta edificación. Su exterior es intelectualmente contextual, reinterpreta lo tradicional y se adapta a las condiciones normativas de manera elegante y disciplinada. Emplea el zinc de color Dudelange en unas cubiertas que son a la vez fachadas y que se dejan puntuar por una madera que envejecerá con la dignidad del lugar pero que también aportará la calidez de lo doméstico.
En resumen, se propone una viviendas descaradamente contemporáneas y precisamente por ello deudoras del carácter más enraizado del lugar.